Micaela González – 5º 2ª
Todo comenzó al salir de la
escuela, eran cerca de las 14 y todos estábamos ansiosos de irnos de ahí, o eso
me pasó a mí por lo menos. Durante el viaje tuvimos algunos inconvenientes, ya
que el chofer dio 1.000 vueltas para llegar hasta la avenida Chivilcoy, del
colegio estamos a 10 minutos y tardamos media hora. El viaje duró al menos 1
hora, porque en él nos desviamos para pasar a buscar a un grupo de
señores/señoras, que trabajan con Sabrina en un proyecto de literatura en la
escuela. Más de uno de ellos me recordaron a mis abuelos, la forma en que nos
miraban, la ternura con la que nos hablaban y su dulzura en su voz.
Al llegar nos encontramos con una
mini feria sobre el camino de una plazoleta del establecimiento, lo que en ese
momento pasó por mi mente fue: “Ésta es la feria del libro?”, y rápidamente me
di cuenta que no lo era, por suerte. Al seguir caminando llegamos a la puerta
principal donde enormemente decía “5ª Feria del Libro en Hurlingham”.
Una vez adentro, fuimos a dar un
recorrido por el lugar, había libros de todo tipo, juegos para los más chicos,
hasta un show de payasos. Llegó la hora de los talleres y todos estábamos nerviosos,
por suerte la escuela privada que nos estaba esperando respondieron muy bien, prestándonos
atención, haciendo lo que les pedíamos y sobre todo poniendo ganas. Luego era
momento de exponer el libro y junto a mi grupo nos sentamos en una mesa frente
a todos para contarles a cerca de cómo y cuándo fue, por quienes, y con la
ayuda qué profesoras. Me sorprendió que hayan aportado cosas, aplaudido y hasta
comprado nuestro libro.
Se acercaba la hora de irnos y
estaban los señores/señoras dando su obra de teatro -que fue todo un éxito, debo
decir-, todos incluyéndome aplaudimos fuertemente para darles nuestro apoyo.
Diez minutos antes de irnos, recorrimos los stands para promocionar y vender
nuestro libro, algunas personas nos rechazaban y otras nos felicitaban y nos decían
que era un orgullo que chicos de nuestra edad puedan crear un libro. Eran las
16:30, hora de partir, en la puerta de salida un señor regalaba globos de
recuerdo con el estampado del lugar, yo sola tomé el globo, parecía de 8 años,
pero bueno. La vuelta fue larguísima, el tráfico era mucho, los autos se nos
venían encima, al igual que los colectivos y las bocinas no paraban de sonar.
Llegamos a la puerta del colegio alrededor de las 18, ya era de noche y todos estábamos
cansados, pero contentos de que salió todo bien con respecto al libro. Y así es
como concluyó nuestra primera experiencia como creadores y editores de un
libro, “Cuentos enredados en imágenes, un desafío superado”.